domingo, 13 de noviembre de 2011

Guerras

COMUNIDADES Y GERMANÍAS
Comunidades:
Esta revuelta estuvo protagonizada por varias ciudades de Castilla (Toledo, Salamanca, Segovia, Ávila, Zamora y Madrid). Se autoproclamaron en una comunidad cuyos partidarios recibían el nombre de comuneros. Entre sus peticiones estaban la reducción del número de consejeros extranjeros, la limitación del poder real, la protección de la industria textil y la reducción de impuestos.
Fueron derrotados en la batalla de Villalar, y sus líderes Padilla, Bravo y Maldonado fueron ejecutados; asimismo, Toledo y Segovia sufrieron una represión durísima.
Germanías:
Por otro lado, la revuelta de las Germanías estuvo protagonizada por hermandades armadas creadas con autorización real por los gremios de las ciudades costeras de Valencia. La revuelta se produjo en Valencia y Mallorca, poseyendo un carácter plenamente social, debido a la sublevación contra los nobles y sus siervos. Finalmente fueron sometidos por el monarca y los señores feudales.
Como consecuencia, se reforzó el poder económico y social de los señores, aunque si bien la monarquía fue la gran vencedora ya que salió reforzada frente a las ciudades, las cortes y los nobles, que serían, a partir de ese momento, aliados del monarca.

REBELIÓN DE CATALUÑA (1640-1652)
Este conflicto fue resultado de la oposición a la política del Conde-duque de Olivares ya que, a causa de la Guerra de los 30 años, la monarquía española necesitaba recursos. Entre las decisiones que se tomaron, estaba la creación de nuevos impuestos y la puesta en venta de cargos públicos.
La causa inmediata de esta rebelión en Cataluña fueron los abusos de los soldados castellanos destinados en el frente catalán con motivo de la guerra desencadenante de la crisis y el conflicto.
Entre las sublevaciones campesinas que se produjeron, cabe nombrar la de los segadores barceloneses contra el virrey, al que asesinaron en la festividad del Corpus.
Como resultado, se creó una junta. Los catalanes, de esta forma, se pusieron bajo el mando de Luis XIII de Francia.
La sublevación terminó con la rendición de los catalanes a las tropas de Juan José de Austria a cambio del respeto de los viejos fueros.

GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA (1701-1713)
La muerte en 1700 de Carlos II sin descendientes desencadenó una guerra de sucesión por el trono español en la que se enfrentaron el archiduque Carlos contra Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV.
Las causas del estallido del conflicto fueron la oposición austríaca al testamento de Carlos II, en el que Felipe había sido nombrado como sucesor, el miedo ante la formación de un poderoso bloque franco-español, la apertura de Francia al comercio con las Indias o su toma de la “Barra Belga”. Ante esto, Inglaterra, Austria, los Países Bajos y más tarde Portugal formaron la Alianza de la Haya (Leopoldo I). Todos ellos eran partidarios de Carlos, al igual que Cataluña, Aragón, Valencia y Mallorca.
La Guerra se desarrolló tanto en Europa como en la Península. Los británicos tomaron Gibraltar y Menorca y, por su parte, el archiduque Carlos desembarcó en Valencia y tomó los territorios de la Corona de Aragón, que serían recuperados por Felipe V en la Batalla de Almansa. Ya en 1711, el archiduque Carlos se convirtió en emperador de Alemania. Como consecuencia de esto, se firmó el Tratado de Utrech (1713), mediante el que se reconocía a Felipe V como rey de España (siendo, de esta manera, una monarquía francesa quien reinara en el país) y se determinaba el final de la Guerra.
Como resultado, Inglaterra consiguió Gibraltar y Menorca, el asiento de esclavos negros y el navío de permiso. Por otro lado, España perdió todos los territorios que le quedaban en Europa; Austria consiguió los Países Bajos, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña (que más tarde se la cambiaría a Saboya por Sicilia).
Esta guerra, en definitiva, supuso un fortalecimiento del absolutismo monárquico en España.

GUERRAS CARLISTAS

I GUERRA CARLISTA (1833-1840)
Debemos situar esta guerra (también conocida como Guerra de los Siete años) durante el reinado de Isabel II.
El antecedente más importante fue el Manifiesto de Abrantes, por el cual Carlos María Isidro reclamaba el trono tras la muerte de su hermano Fernando VII.
El conflicto supuso un enfrentamiento entre los carlistas, enemigos del liberalismo y defensores del tradicionalismo y el mantenimiento de fueros y privilegios (foralismo) del País Vasco, Cataluña y Navarra que mantuvieron, a su vez, las instituciones de gobierno y el sistema de justicia. Reivindicaban la exención fiscal y de las quintas, y contaron con el apoyo rural, del País Vasco, Navarra, del norte de Cataluña y del maestrazgo; y los isabelinos o cristinos, apoyados en las grandes ciudades, por la burguesía, el ejército, la iglesia, la alta nobleza, los trabajadores y la Cuádruple Alianza (Francia, Portugal y Reino Unido).
La guerra se dividió en tres fases. La primera se desarrolló entre 1833 y 1835. El general carlista Zumalacárrequi luchó en el País Vasco y Navarra, pero murió en Bilbao. La segunda, de 1836 a 1837, estuvo protagonizada por las expediciones carlistas al sur, entre las que encontramos la de Gómez y la expedición Real. Se llevó a cabo un nuevo intento de tomar Bilbao. Sin embargo, terminó con la victoria de Espartero en el Puente de Luchana.
Entre 1837 y 1840 se desarrolló la tercera y última etapa, protagonizada por la ofensiva de Espartero. Se llevó a cabo el Convenio de Vergara por Espartero y el general carlista Maroto, que supuso el fin de la guerra en Navarra y el País Vasco. Se llevó a cabo la renuncia de Navarra a condición de reino por la autonomía, lo que suponía una diputación foral propia, administración de impuestos y competencias administrativas también propias. Por otro lado, en el maestrazgo, Cabrera siguió luchando hasta que Espartero tomó Morella.
Finalmente los carlistas fueron derrotados.

II GUERRA CARLISTA
Desarrollada entre 1846 y 1849, tuvo lugar principalmente en Cataluña.
La causa prima fue el intento fallido del casamiento de Isabel II con Carlos Luis de Borbón. Se acabó casando con Francisco de Asís; aunque también podemos contar con la crisis de 1846. Comenzó con la formación de guerrillas que se enfrentaban a funcionarios públicos y unidades militares. Surgieron partidas en Extremadura y Castilla, sin demasiado éxito, tras haberse hecho más fuerte el bando carlista. Más tarde, en 1848, se intentó formar el Ejército Real de Cataluña, que no llegó a resultar del todo; tampoco pudieron entrar al maestrazgo. A finales de este mismo año, Manuel de la Concha, debilitó la resistencia carlista. Por este motivo y por las sublevaciones fracasadas en Guipúzcoa, Navarra, Burgos, Maestrazgo y Aragón, se hizo difícil la continuación de la guerra.
En 1849, se detuvo a Carlos Luis al pretender entrar a España por la frontera francesa; Cabrera tuvo que cruzarla también por la presión del ejército gubernamental. No se daría el final de la guerra hasta que en mayo la última partida, dirigida por los hermanos Tristany, cruzara la frontera.
En junio de 1849 el rey publicó un decreto de amnistía a los carlistas.

III GUERRA CARLISTA
La última Guerra Carlista tuvo lugar entre 1872 y 1876 entre los partidarios de Carlos VII y los de la I República y de Alfonso XII bajo el reinado de Amadeo I de Saboya.
Se desarrolló, sobre todo, en el País Vasco y Navarra. El levantamiento de Cataluña, Valencia y Aragón influenció la restauración de los fueros.
Tras la pronunciación de la Primera República en febrero de 1873, hubo integrantes del bando isabelino que se pasaron al carlista. En cualquier caso, con el golpe de Pavía (1874) y con el pronunciamiento de Serrano que llevó al reinado de Alfonso XII, se restaron fuerzas a los carlistas.
Carlos entró en España, pero tuvo que volver a salir por el ataque sorpresa de Domingo Moriones, retrasando la insurrección con la firma del Convenio de Amorebieta entre Amadeo I, Serrano y los líderes carlistas de Vizcaya. El resultado de este convenio fue la dimisión de Serrano y la no aceptación por parte de los carlistas.
En julio de 1873 Carlos volvió a entrar. En agosto habían conquistado Estella, pero fracasaron al intentar conquistar Bilbao.
Más tarde, habiendo ocupado Olot y sitiado Seo de Urgel por Martínez-Campos, se dio el final de la guerra en Cataluña en noviembre de 1875. El ejército del gobierno se centró en el norte, consiguiendo recuperar, finalmente, Estella.

GUERRA DE INDEPENDENCIA
En primer lugar, hemos de determinar las causas de la guerra. A finales de 1807, la situación económica y social de España era muy grave: las guerras, el hambre y las epidemias causaban una gran mortandad. El Estado, además, había llegado a la bancarrota por el colapso del mercado con las colonias. En cuanto a lo social, la indignación de todos los grupos sociales estaba dirigida a Godoy. De esta forma surgió una oposición en torno a Fernando, que comenzó a conspirar contra Godoy y Carlos IV. Éste último descubrió todo, lo que hizo que Fernando VII delatara a los conspiradores, que fueron condenados en el Proceso del Escorial.
Se llevó a cabo la firma del Tratado de Fontainebleau con Napoleón con el pretexto de atacar Portugal. En cambio, entraron más ejércitos de lo pactado en ciudades lejos de Portugal. Más tarde, en marzo de 1808, se produjo el Motín de Aranjuez: partidarios de Fernando entraron en palacio. El resultado fue la detención de Godoy y la abdicación de Carlos IV en Fernando VII.
La guerra consistía en una liberación contra los franceses y una guerra civil entre españoles. España, en ese momento, estaba dividida en dos: la España de José I Bonaparte, que era la zona ocupada por el ejército francés y donde se encontraban los afrancesados (ilustrados que apoyarían a José I porque sostenían que sacaría a España de su atraso y conllevaría enormes mejoras). Napoleón intervenía en España a través del Estatuto de Bayona (carta otorgada para dar legalidad a la nueva monarquía) imponiendo medidas de modernización, como la disolución del Consejo de Castilla, la supresión del régimen señorial, la reducción de los conventos a un tercio o la supresión de la inquisición. Por otro lado, estaba la España de la insurrección y la resistencia, no dominada por los franceses. Reconocían como único rey a Fernando VII. Los rebeldes formaban grupos ideológicos diferentes que tenían en común el rechazo al francés y el deseo del retorno de Fernando VII. Llevaron a cabo una revolución política (liberal) que conllevaba la destitución de las autoridades. Se crearon Juntas Locales (organismos de poder) por todo el país e integradas en las Juntas Provinciales y la Junta Suprema Central en agosto de 1808. Constituía el gobierno de la nación, organizaba la resistencia, supuso una reforma política y fue disuelta en 1810 por el avance francés (dio poder a un Consejo de Regencia).
Aprovechando los conflictos familiares de los Borbones, Napoleón invadió España. Entró el ejército liderado por Murat, quien convenció a Fernando VII para que se dirigiera a Bayona, donde estaban sus padres con Napoleón. El rey salió de Madrid dejando una junta de Gobierno. Esta salida de la capital por parte de la familia real causó la alarma en el país. Esto suscitó los Levantamientos del 2 de mayo de 1808, reprimidos por Murat, y los consecuentes fusilamientos en El Pardo y en la Montaña de Príncipe Pío el 3 de mayo. Se originó un bando por el alcalde de Móstoles. Los días siguientes se extendió la sublevación por todo el país. El súmmum de todo esto fueron las Abdicaciones de Bayona, aceptadas por el Consejo de Castilla, la Junta de Gobierno, los funcionarios y la iglesia, pero no por el resto de la población.
Podemos dividir la guerra en tres fases:
En la primera existía una relación desigual de fuerzas, ya que el ejército francés era más numeroso y disciplinado; el español, por su parte, estaba ayudado por ingleses y portugueses, era menos numeroso pero tenía una capacidad de lucha más alta.
Durante las primeras semanas se llevaron a cabo levantamientos urbanos (con los correspondientes intentos franceses por sofocarlos) y se inició el sitio de Zaragoza, defendida por Palafox y Agustina de Aragón.
En julio estalló la batalla de Bailén, en la que el ejército español, al mando de Castaños, venció a las tropas de Dupont. El resultado fue el abandono de Madrid por José I y el levantamiento del sitio de Zaragoza. Por otro lado, el ejército inglés de Wellesley venció en Lisboa. Fue entonces cuando Napoleón tomó la decisión de intervenir con la Grand Armée: atravesó los Pirineos, ocupó Burgos, venció en Somosierra y finalmente entró en Madrid. En enero de 1809 los ingleses fueron derrotados en Galicia por Napoleón, lo que llevó al segundo sitio de Zaragoza.
La segunda fase es conocida como La guerra de desgaste y la acción de la guerrilla. En 1809 se produjo el avance francés hacia el sur, donde fueron derrotados por Wellington en Talavera. En 1810 los franceses conquistaron toda Andalucía (con el general Soult) menos Cádiz, que fue defendido por mar por los ingleses.
La guerra de desgaste se llevó a cabo para evitar el control del territorio por las tropas francesas. La guerrilla tuvo un papel muy importante. Surgió en 1808, como unidades de paisanos armados. Creció al sumarse soldados de las unidades dispersas por los franceses. Su táctica consistía en rehuír la batalla frontal y actuar con emboscadas. Vivían sobre el terreno, apoyados por la población. Su objetivo era la retaguardia, las líneas de comunicación, los abastecimientos y las armas de los franceses. Entre algunos guerrilleros encontramos al Empecinado, al Cura Merino y a Espoz y Mina.
La tercera y última fase se llevó a cabo en 1811, donde la guerra cambió de rumbo. Tras la batalla de Torres Vedras, los franceses abandonaron Portugal. Meses después Wellington ocupó Badajoz. En la primavera de 1812, Napoleón atacó Rusia, lo que supuso la retirada de las mejores unidades que estaban en España. Además, también ayudó la entrada en Salamanca de las tropas de Wellington. En julio de 1812 la Batalla de Arapiles resultó con la victoria inglesa, lo que supuso una apertura a Madrid. Ya en 1813 los franceses abandonaron España tras la Victoria de Vitoria y la de San Marcial. De esta forma, en diciembre se firmó el Tratado de Valençai, por el que se restituía en la corona a Fernando VII. Finalmente, en la primavera de 1814, se firmó el Armisticio de Toulousse, que supuso el fin de la guerra.

Esta guerra supuso un colapso demográfico, ya que hubo más de medio millón de muertos y los afrancesados tuvieron que exiliarse; una gran cantidad de daños materiales (ciudades arrasadas por la guerra); y grandes daños económicos.

GUERRA CIVIL
El antecedente de la Guerra Civil fufe el golpe de estado de julio del 36, en el que intervinieron Mola, Sanjurjo y más tarde Franco. A pesar de eso, la sublevación comenzó en Marruecos el 17 de julio donde estaba el ejército de los legionarios (Franco) al mando de Yagüe. A pesar de que la sublevación fracasó en la mayoría de las ciudades, se fueron uniendo partes de Andalucía, Navarra, Castilla y León, Aragón, Galicia, Oviedo, Baleares y las Canarias.

Los primeros días de la guerra sirvieron para consolidar los frentes de la Sierra madrileña, Andalucía y Aragón. A principios de agosto el ejército de África se trasladó a la península con la ayuda alemana. Los Legionarios al mando de Yagüe iniciaron su marcha por Madrid: primero ocuparon Badajoz, luego Talavera, Toledo, que acabaría siendo liderado por las tropas de Varela.
Se dieron diferentes enfrentamientos, a saber la Batalla de Madrid (noviembre del 36- marzo del 37), donde las tropas llegan a las afueras de Madrid, donde llegan también los tanques rusos, los primeros aviones y la columna anarquista de Durruti. El gobierno se trasladó a Valencia. Llegaron aviones de la Legión Cóndor alemana; además, la resistencia se prolongó durante varios días, concentrada en Ciudad Universitaria. A partir de aquí, Franco decidió rodear Madrid y abandonar el ataque frontal.
Se sucedieron tres batallas: la de la Carretera de la Coruña, la Batalla del Jarama y la de Guadalajara.
Entre los enfrentamientos también encontramos las Campañas del norte y las ofensivas republicanas. Franco había decidido centrarse en el norte, donde la guerra se inició en el País Vasco con el apoyo de los requetés carlistas. Primero se ocupó Vizcaya, más tarde tuvo lugar el bombardeo de Guernica. Tras Bilbao, el coronel Rojo planeó la ofensiva en Brunete, lo que supuso un desastre republicano. En agosto cayó Santander. Realizaron una nueva ofensiva en Belchite, que supuso una victoria republicana aunque si bien no recuperaron Zaragoza. Más tarde cayó Asturias.
Una vez perdido el norte, los republicanos trataron de ocupar Teruel. De aquí la Batalla del Ebro y la Caída de Cataluña (enero 37 – feb 39). Los franquistas atacaron Aragón, donde ocuparon Huesca y llevaron el ejército a Lérida. A partir de aquí los franquistas avanzaron hacia el Mediterráneo; fue entonces cuando comenzó a extenderse una sensación de derrota por parte del bando republicano. Ante esto, era de gran importancia que este bando tomara la iniciativa, por lo que llevaron a cabo un ataque en el Ebro, preparado por Rojo y autorizado por Negrín. Fue el enfrentamiento más sanguinario de toda la guerra. A finales de año el ejército franquista realizó una ofensiva sobre Cataluña: en enero cayó Barcelona y en febrero Gerona.
Tras la caída de Cataluña y durante un tiempo más, el bando republicano siguió resistiendo, si bien sus dimisiones eran graves. El 5 de marzo se produjo en Madrid un golpe de estado por parte del Coronel Casado y Julián Besteiro, poniendo fin a la influencia comunista en el gobierno. Casado controló Madrid e intentó negociar con Franco, pero fue en vano, ya que éste quería una rendición sin condiciones. De esta forma, el 28 de marzo las tropas franquistas entraron en Madrid, rindiéndose el resto del territorio días más tarde.
El 30 de marzo Franco firmó el último parte de guerra.

La guerra se convirtió en un conflicto que llegó al panorama internacional. La opinión pública progresista y el movimiento obrero internacional se aliaron con la República. Los conservadores, por su parte, apoyaron al bando sublevado. El gobierno francés estaba dispuesto a entregar armas a la República, pero la presión inglesa le hizo desistir; éste fue el principio del Comité Internacional de no Intervención, firmado por 27 países, entre ellos Francia, Inglaterra, Italia y Alemania. Se comprometían a no intervenir con armas, recursos o soldados. Pero no se cumplió, ya que los dos últimos países nombrados intervinieron ayudando a los franquistas. La República sólo recibió ayuda de la URSS.
Franco solicitó a Alemania e Italia dinero, armas y barcos. Colaboraron con ellos la Legión Cóndor, el dictador Salazar, de Portugal, que envió a Los Viriatos, Pío XII, Juan March o Alfonso XIII.
Por su parte, la República sólo recibió el apoyo de la URSS: Stalin accedió a vender armamento y enviar asesores por temor a una expansión fascista. También recibió ayuda de México, presidido por Lázaro Cárdenas (allí acogieron a un gran número de españoles). También recibieron la ayuda de las Brigadas Internacionales: voluntarios antifascistas reclutados por el Komintern.

Entre las consecuencias de la guerra encontramos, como las más significativas, las pérdidas humanas, el exilio para los que pertenecían al bando perdedor, para los mismos que decidieron permanecer en el país, les esperaba una durísima represión, y las pérdidas económicas.